La leyenda, o mejor leyendas, de san Cibardo
(también conocido como Eparquio) de
Angulema, dicen que este personaje era
originario de Périgord, hay versiones que
dicen que era hijo de un conde, nacido hacia
el 504. Ingresó en el monasterio de
Sedaciacum donde se hizo monje. Ya con fama
de taumaturgo, los habitantes de Angulema
pidieron que se quedara en aquella ciudad,
donde se recluyó para practicar el
eremitismo durante treinta y nueve años.
Allí murió en 581 y alrededor de su figura
se reunieron algunos seguidores formando una
comunidad cenobítica precursora del
monasterio de Saint-Cybard de Angulema.
Se le atribuyen algunos milagros como el de
salvar un condenado a la horca que ya había
sido colgado, episodio que algunos sitúan en
la juventud del santo y otros después de su
muerte. Además de muchos otros episodios
milagrosos, que beneficiaban a los
peregrinos que se acercaban a su tumba.
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