Tradicionalmente se admite
que el abad san Gil era de origen griego y
que vivió en el siglo VII. Existen varias
versiones sobre los detalles de la vida de
este santo, esta fue recogida, entre otros,
por Santiago de la Vorágine en la Leyenda
Dorada. Según algunas fuentes san Gil habría
nacido hacia el 640, sus padres disponían de
medios económicos y recibió una educación
esmerada. Su santidad se manifestó muy
pronto y de joven se le atribuyen algunos
milagros. A la muerte de sus padres entregó
su patrimonio a los necesitados y con veinte
años de edad se trasladó a la Provenza,
haciendo una estancia en Roma. Llegado a
Arles practicó el eremitismo en los bosques
situados entre aquel lugar y Nimes. Solía
estar acompañado por una hembra de ciervo
que domesticó y le proporcionaba leche para
su sustento.
En una ocasión el santo fue
herido por una flecha lanzada por el rey
Wamba que estaba de cacería en los
alrededores y perseguía el ciervo, que se
había refugiado a su lado. Como compensación
por el accidente, san Gil recibió del rey de
los visigodos unos terrenos para levantar un
establecimiento monástico, ahora la
Abadía
de Saint-Gilles, que se sitúa en el mismo
lugar donde vivía el eremita.
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San Gil
Abadía de
Saint-Gilles (Gard)
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Abadía de Saint-Gilles (Gard) |
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1
de septiembre.
Relacionado con: |
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San Gil
Representado en Les images des saints (1636)
Bibliothèque nationale de France |
Otro episodio de la vida de
san Gil lo relaciona con Carlos Martel, el cual habría cometido un
pecado que no podía confesar. Mientras el abad Gil celebraba una
misa en presencia del pecador, apareció un ángel con un pergamino
con un texto con el pecado inconfesable. Por intercesión del santo
las letras se fueron difuminando hasta que desaparecieron
totalmente, el pecador arrepentido y la falta perdonada. Una segunda
versión dice que el pecador fue Carlomagno, aunque históricamente el
rey franco vivió cuando san Gil ya habría muerto. Otro episodio nos
hace saber que el abad fue a Roma y recibió del papa unas puertas de
madera para la iglesia. San Gil las tiró al Tíber y el agua las
llevó milagrosamente hasta la costa de Provenza, cerca de la abadía.
El santo murió hacia el 720 y fue enterrado en la abadía donde
vivió. Su sepultura se convirtió en un centro de atracción para los
peregrinos que se acercaban para venerarlo.
En Catalunya, una leyenda
cuenta que san Gil pasó por la Vall de Núria donde vivió un tiempo
cobijado en una cueva. Las pocas pertenencias del santo eran una
olla donde cocinaba su comida, una campana utilizada para convocar a
los pastores, una imagen de la Virgen y una cruz. Cuando dejó aquel
paraje, enterró los objetos, los cuales fueron encontrados más
adelante por un pastor de manera milagrosa y aún se conservan. Es
patrón de los pastores.
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Cripta de Saint-Gilles,
con la tumba del santo |
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