Según la tradición San Julián
fue enviado por el papa Clemente a
cristianizar la Galia. Se estableció en Le
Mans donde convirtió a su gobernador.
También se le ha considerado el primer
obispo de aquella diócesis. A su muerte fue
enterrado en Le Mans, fuera de la muralla y
al otro lado del río Sarthe, en el lugar
donde se establecería una capilla y ya hacia
el siglo VI un monasterio que acabó
destruido por los normandos. Más adelante el
santuario fue ocupado por una comunidad de
monjas benedictinas (Saint-Julien du Pré).
Sus restos serían trasladados a la catedral,
puesta bajo su advocación.
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