La existencia del monasterio de Santa María Madalena de Sarria está estrechamente vinculada al desarrollo del Camino de Santiago y la afluencia de peregrinos. Se cree que se fundó alrededor del año 1200, coincidiendo con la fundación de la villa de Sarria. Una tradición relata que, de regreso de Santiago, dos peregrinos italianos decidieron establecer un monasterio y un hospital para atender a los viajeros, en un lugar donde ya existía una capilla dedicada a san Blas.
Según Marcos Quesada, prior del convento en 1666, el establecimiento fue fundado en el siglo XIII por religiosos de laCongregación de la Penitencia de los Mártires de Cristo, procedentes de Italia. La primera referencia documental de este monasterio y hospital data de 1219, cuando se menciona a su comendador. Los primeros habitantes del monasterio se llamabanLaudantes Deumy se cree que podrían ser una de las múltiples variantes de losermitaños de San Agustín, seguidores de la regla conocida con este nombre. En un documento firmado en 1251, el superior de la orden sometió el monasterio al obispo de Lugo y estableció que, si los hermanos de la orden de los Laudantes Deum abandonaban la casa, ésta debía devolverse a la Iglesia de Lugo.
En 1322, el papa Juan XXII emitió una bula a favor del Convento de la Magdalena de los Padres de la Penitencia de los Bienaventurados Mártires de Cristo, Orden de San Agustín de Sarria, en la que se otorgaban indulgencias. una orden autónoma, cuyos miembros no eran conocidos como agustinos, sino como magdalenos. constan dos prioratos dependientes de este convento. En 1534, el papa Clemente VII nombró a fray Álvaro Pérez de Sarria prior vitalicio del monasterio. por la fuerza.
En 1568, con la intervención de un grupo armado, se obligó a la comunidad a someterse a la observancia de la orden de San Agustín. Fray Álvaro Pérez aceptó esta obediencia, pero se negó a renunciar al cargo de prior que le había otorgado el papa. Como consecuencia, la casa fue requisada y la comunidad expulsada del convento, sacándolos físicamente del edificio. Posteriormente, las puertas se reabrieron y los frailes regresaron, debiendo declarar sus bienes, de los que fueron desposeídos.
Una vez regularizado e incorporado a la orden de San Agustín, el convento reanudó su actividad, con la diferencia de que los religiosos ya no profesaban ni pertenecían exclusivamente al monasterio, sino que quedaban a disposición de cualquier otro convento de la orden. Durante el siglo XVIII se llevaron a cabo importantes obras de reconstrucción. En 1835, fue exclaustrado a causa de la desamortización. La iglesia recuperó su función, mientras que el convento se convirtió en prisión, perdiéndose buena parte de los bienes muebles y del archivo. En 1895 se iniciaron gestiones con la orden de los mercedarios para revitalizar la casa, y en 1896 se hizo realidad el retorno de la actividad religiosa, que los mercedarios siguen manteniendo hasta la fecha.
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