Según la
tradición esta abadía habría sido fundada por
Carlomagno, el cual le hizo donación de la reliquia del
brazo de san Simeón. Aquel primer establecimiento fue
arrasado a causa de una invasión de los normandos, a
mediados del siglo IX. El lugar fue restaurado a
principios del siglo XII por Géraud de Salles como un
eremitorio, alrededor del cual se reunió una comunidad
de mujeres que, bajo la iniciativa de Maximira fundó el
monasterio benedictino (1115?) y fue su primera abadesa
(se menciona su carácter de monasterio dúplice en
aquella época). A finales del siglo XIV y comienzos del
XV la casa fue asaltada a causa de las guerras que
afectaban estas tierras. Gracias a la protección del
papa Eugenio IV y de Carlos VII de Francia la abadía
renació pero quedó dañada otra vez, en los años 1570 y
1580 por las guerras de Religión. Después mantendría su
actividad hasta la Revolución, cuando la comunidad se
disolvió definitivamente. El grueso de las
construcciones se ha perdido, actualmente se conserva la
iglesia monástica románica, el palacio prioral del siglo
XVII y alguna dependencia menor. |
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