Monasterio de San Juan de la Peña

Ya en época condal, el primitivo eremitorio evolucionaría hasta convertirse en un centro monástico bajo la advocación de los santos Julián y Basilisa. Durante la primera mitad del siglo X se construyó una pequeña iglesia de dos naves, excavada en la roca que la cobijaba. Prácticamente no hay noticias de este lugar hasta que, en la época de Sancho III el Mayor (que gobernó entre 1004 y 1035), se dio un nuevo impulso a la vida monástica, que en 1028 adoptó la regla benedictina. El centro fue dotado de rentas para su subsistencia y pasaron a depender de él una larga serie de pequeños establecimientos monásticos de los alrededores. En 1071 el monasterio pasó a gobernarse directamente desde Roma, entonces bajo el papado de Alejandro II, que le confirmó sus bienes, al tiempo que lo enfrentaba al obispado de Jaca.

Una serie de hechos motivaron el inicio de la decadencia de esa casa. En primer lugar, las desavenencias con el poder, y después la relajación de las costumbres en el mismo monasterio, incluido ventas de patrimonio y abandono del cenobio por parte de algunos de los miembros de la comunidad. La situación se agravaría con el elevado endeudamiento y por hechos fortuitos, un incendio le afectó en 1375. Este tipo de incidente se volvió a repetir en 1494 y de nuevo en 1675. A todas estas circunstancias hay que añadir la misma naturaleza del edificio, en un lugar poco idóneo, bajo una roca mal orientada y con humedades, que obligaba a reparaciones continuas.

Del antiguo monasterio cabe mencionar, en la planta baja, la sala del Concilio y la primitiva iglesia prerrománica, que conserva restos de decoración mural con escenas de la vida de los santos Cosme y Damián. En la planta superior hay un patio, junto al Panteón de Nobles, rodeado de dependencias menores. Al fondo se encuentra la iglesia de nave única y tres ábsides. El claustro está situado en el otro lado, rodeado de varias capillas. También se conserva el Panteón Real, de época neoclásica. Algo más arriba se levanta el monasterio nuevo, un grandioso edificio, ahora restaurado y rehabilitado. Una parte se utiliza como hotel.