Monasterio de Santo Toribio de Liébana

Una de estas narraciones tiene como protagonista al obispo Toribio de Astorga, quien en el siglo V habría traído de Tierra Santa la reliquia de la Vera Cruz. Una segunda leyenda habla de otro Toribio y de unos compañeros suyos, cenobitas, que se establecieron en estas tierras en el siglo VI, fundando un monasterio dedicado a San Martín. Posiblemente, en la época de la invasión sarracena (siglo VIII), habrían llegado refugiados desde tierras del sur, trayendo consigo las preciadas reliquias. Aunque el origen del monasterio se situaría en la época del rey Alfonso I, es decir, durante la segunda mitad del siglo VIII, no es hasta el año 828 que se tiene constancia documental de su existencia.

En el año 1125, se produce un cambio en esta casa, cuando empieza a ser conocida bajo la advocación de San Martín y Santo Toribio, hasta que a partir de 1181 se conoce solo como Santo Toribio de Liébana. En 1183, el rey Alfonso VIII de Castilla entregó el monasterio y sus bienes al conde Gómez, quien posteriormente lo donaría a San Salvador de Oña, convirtiéndose en un priorato de dicho monasterio burgalés. Durante el siglo XIII, fue reedificado, ya en estilo gótico. En los siglos siguientes, la casa sufrió una cierta decadencia, aunque menos acentuada que la de otros monasterios del territorio, seguramente debido a la presencia de la Vera Cruz, muy venerada. Se mantuvo en activo hasta la exclaustración en 1835. A partir de 1961, se recuperó la vida conventual con una comunidad franciscana.