Las raíces
de la fundación del colegio cisterciense de París son de
la época del abad Evrard (1235-38) de la
abadía de
Claraval (Aube), que a raíz de la donación del una casa en la
ciudad, comenzó a trabajar en el proyecto. Pero no fue
hasta el abadiato de Étienne de Lexington (1242-55) que
llegaron las primeras autorizaciones para hacer realidad
el proyecto (1245), a pesar de las reticencias en el
seno de la orden, que veía un incumplimiento de la Regla
con respecto al establecimiento en una ciudad o la
estancia de monjes fuera de su convento. El visto bueno
definitivo llegó en 1246 y se puso en marcha el proyecto
adquiriendo unos nuevos terrenos (la casa de la donación
inicial, no era suficiente para acoger el nuevo
establecimiento) y comenzó la construcción en 1248, con
el apoyo de protectores adinerados y de la misma red de
abadías cistercienses que podrían traer aquí a sus
estudiantes. |
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El papa
Benedicto XII (1334-1342), cisterciense, fue uno de los impulsores
de este colegio, al que dotó de unos estatutos. En 1338 se ponía la
primera piedra de una gran iglesia, de tal magnitud que nunca se
pudo terminar. En el siglo XV el colegio entró en decadencia y dejan
de salir de sus aulas figuras de relieve. Poco a poco se fue
convirtiendo en un centro más bien administrativo de la orden que se
mantuvo activo hasta que la Revolución expulsó los monjes del lugar.
Aparte de la iglesia, ahora desaparecida, la construcción más
importante es una gran estructura que reunía funciones diversas en
diferentes niveles: aulas, refectorio, dormitorio ... En 1797 la
iglesia fue vendida y el edificio "de los monjes" fue ocupado con
finalidades diversas hasta que en 1804 lo adquirió la ciudad de
París que después de varios proyectos, en 1844 lo destinó a parque
de bomberos, lo que dañó sus estructuras. En los últimos decenios
del siglo XX se hicieron estudios técnicos que finalmente condujeron
a la restauración del edificio llevada a cabo entre los años 2004 y
2008. |
Los Bernardinos de
París |