El origen de esta orden monástica hay que buscarlo en la región francesa de la Borgoña y en la personalidad de Roberto de Molesmes, que en el año 1075 fundó el monasterio de este nombre donde se reunió una comunidad con la voluntad de recuperar el espíritu de pobreza de la Regla de San Benito, iniciativa paralela a otras que en aquella época también se ponían en marcha en otros lugares, como la que dio origen a los cartujos o la orden de Grandmont. Paradójicamente, el éxito del nuevo monasterio lo convirtió en un centro poderoso y rico, por este motivo, en el año 1098, el mismo Roberto al frente de veintiún monjes se retiró al lugar aislado de Cîteaux (Císter), entre los integrantes de esa comunidad había personalidades como Alberico y Esteban Harding, segundo y tercer abades de Cîteaux, después de Roberto, que fue el primero y que dejó Cîteaux para regresar a Molesmes. Estos abades fueron los responsables de la estabilización y crecimiento del nuevo orden, sobre todo Esteban (abad entre el 1109 y 1133) autor de la Carta Caritatis, considerada la norma fundamental de los cistercienses junto con el Exordium Parvum. Una bula del papa Pascual II, del año 1100, ponía Cîteaux bajo la protección de la Santa Sede.

San Roberto de Molesmes
Tela del siglo XVII de autor desconocido
Monasterio de Valbuena, Valladolid

Monje cisterciense
Ilustración de Chansonnier provençal (siglo XIII)
Bibliothèque nationale de France

La abadía de Cîteaux
Veuë de labbaye de Citeaux (1689)
Bibliothèque nationale de France

La abadía de Cîteaux

San Bernardo de Claraval
Grabado de Théodor Galle (1571-1633)
Bibliothèque nationale de France

En el año 1112 Bernardo de Claraval ingresó en la comunidad de Cîteaux donde trabajó en la expansión de la orden con la fundación de otros establecimientos, él mismo fundó el monasterio Claraval en 1115 y se convirtió en su primer abad, cargo que mantendría hasta su muerte en 1153 convirtiéndose en una de las personalidades más importantes de la orden. El sistema organizativo y de expansión de los cistercienses se basaba en la creación de monasterios a partir de la casa "madre", la cual tenía derecho de visita sobre sus fundaciones. Otra característica de la orden es la celebración de los Capítulos Generales en Cîteaux, casa que era jurídicamente independiente de la organización episcopal de la Iglesia. Las primeras fundaciones de Cîteaux, a partir de las cuales se organizó la expansión del Cister, fueron La Ferté (Saona y Loira, 1113), Pontigny (Yonne, 1114), Claraval (Aube, 1115) y Morimond (Alto Marne, 1115). Desde 1113 se conoce la existencia de monjas cistercienses y el primer monasterio femenino fue el de Tart (Côte-d'Or). El Císter se extendió con mucha rapidez y a la muerte de sa Bernardo (1153) las fundaciones cistercienses superaban las 350 casas distribuidas por toda Europa.

La abadía de Pontigny (Borgoña)

Monje cisterciense
Ilustración de Historia de las institutuciones monásticas (1841)
Google Books

Abadía de Cadouin (Dordonya)

Abadía de Valmagne (Hérault)

En cuanto a la Península, las primeras fundaciones cistercienses llegaron a mediados del siglo XII: desde Morimond y pasando por Escaladieu (Altos Pirineos) se fundaba el monasterio de Fitero (Navarra), también los de Sacramenia (Segovia), Valbuena (Valladolid), Huerta (Soria), Veruela y Rueda (Zaragoza), La Oliva (Navarra), entre otros. Desde Claraval se fundaron las casas de Moreruela (Zamora), Oseira (Orense), Tarouca y Alcobaça (Portugal), entre otros. Desde Cîteaux se fundó también el monasterio de Carracedo (León). En cuanto a Catalunya, cabe mencionar las dos grandes casas masculinas, la de Santes Creus (Alt Camp) en su primer establecimiento de Valldaura, fundada desde La Grandselve (Tarn y Garona, 1150) y la de Poblet (Conca de Barberà) que llegó desde Fontfroide (Aude), al tiempo también "hija" de La Grandselve, de la línea de Claraval. Estas dos abadías impulsaron también sus propias fundaciones: por parte de Santes Creus las de Valldigna (Valencia) y Altofonte (Sicilia) y desde Poblet se fundaron Piedra (Zaragoza), Benifassà (Castellón) y La Real de Mallorca. Hay que añadir la gran casa femenina de Vallbona de les Monges, establecida desde Tulebras (Navarra). Además de estas grandes abadías, también tuvieron cabida otros monasterios de menor entidad, prioratos y granjas.

Monasterio de Fitero (Navarra)

Monasterio de Veruela (Zaragoza)

San Bernardo de Claraval
Mural del claustro
Monasterio de Valbuena, Valladolid

En épocas más recientes los cistercienses, como otras órdenes, pasaron por períodos de decadencia por diferentes causas, desde episodios de peste, el relajamiento de costumbres, crisis políticas, entrada de los abades comendatarios, etc. La organización de la orden se tuvo que adaptar y las abadías se fueron desligando de Cîteaux y organizándose en congregaciones, como la de Castilla o la de la Corona de Aragón, las más cercanas. Si consideramos el Císter como resultado de una reforma de los benedictinos, también los cistercienses dieron paso a una escisión en la segunda mitad del siglo XVII con el resultado de la orden Cisterciense de la Estricta Observancia, más conocida como La Trapa, o trapenses.

Monasterio de Poblet (Conca de Barberà)

Sant Feliu de Cadins (Alt Empodà)

Santa Maria de Valldaura (Berguedà)

La abadía de Sénanque