El monasterio de Meira es conocido desde el año 997 cuando posiblemente era una casa benedictina. Ya en el año 1151 Alfonso VII hizo una donación de unas tierras baldías en el lugar llamado Meira, lo que hace pensar que en ese momento el monasterio había desaparecido, abandonado. Álvaro Rodríguez, el beneficiario de aquella donación podría ser el responsable de la nueva fundación. El hecho es que en 1154 el mismo Alfonso hace una nueva donación, esta vez al abad Vidal de Meira. Por otra parte hay noticias de la existencia de una inscripción, ahora perdida, donde se situaba la fundación cisterciense en el año 1142. Todo ello hace que se pueda afirmar que la fundación del monasterio se efectuó entre los años 1151 y 1154, sin descartar que esta fundación fuera el resultado del traslado de una comunidad formada en otro lugar el 1142. Sea como fuere, la nueva casa se ​​fundó desde la abadía de Claraval (Aube).

De Meira dependían dos abadías cistercienses femeninas, la de San Salvador de Ferreira y la de Santa María de Moreira (Castroverde). Durante el siglo XV esta casa, como la mayoría de los monasterios del entorno pasaban por una época de decadencia en parte a causa de la existencia de abades comendatarios, desligados de las comunidades que dirigían. En Meira esta situación no era tan angustiosa como en otros monasterios, de todos modos la casa fue reformada y en 1503 se integró a la Congregación Cisterciense de Castilla lo que llevó este establecimiento a una época de estabilidad y riqueza que permitió la renovación arquitectónica del monasterio. Es esta época se emprendió la construcción de un nuevo claustro (siglo XVI) en sustitución de la anterior y de otro, de nueva planta, con sus dependencias anexas.

Ya en el siglo XIX, el monasterio de Meira sufrió los efectos de la guerra de la Independencia, cuando fue transformado en hospital. Una vez recuperado y restaurado sufrió una nueva dispersión temporal de los monjes con motivo del Trienio Liberal. Después la desamortización de 1835 lo dejó definitivamente sin comunidad religiosa. El monasterio se encontraba en estado de ruina cuando en 1845 fue entregado al Ayuntamiento. Más adelante se restauraron algunas de las dependencias, especialmente la iglesia y actualmente sólo se conserva este edificio y una parte de las dependencias ocupadas por la rectoría y las oficinas municipales.