Un primer
monasterio dedicado a
san
Remigio habría sido fundado en este lugar a finales
del siglo X por el conde Folmar I de Lunéville, la
iglesia de aquella casa también tendría desde su
comienzo funciones parroquiales. Aquel primer monasterio
tuvo una vida corta ya que el 1034 la comunidad
masculina fue sustituida por otra de monjas que más
adelante fue reemplazada por canónigos regulares,
monasterio que ya estaba en funcionamiento el 1140. En
1587 la iglesia y el monasterio quedaron muy afectados
debido a la ocupación por los protestantes, ya en el
siglo XVIII se reconstruiría gracias a la intervención
del rey Estanislao I de Polonia. Después de la
Revolución se perdieron algunas de las dependencias pero
se conservó buena parte de aquellas, adaptadas como
ayuntamiento, también se conserva la última iglesia,
dedicada a Saint-Jacques, antigua advocación de la
parroquia.
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