La villa de Torà sufrió una grave epidemia de peste en 1688 y se encomendó san Antonio con la promesa de levantar un convento dedicado a este santo para agradecerle su intercesión. Pasada la calamidad, en 1692 el señor Josep Rius hizo donación de un campo que debería destinarse a la nueva fundación, pero ésta no prosperó hasta que en 1694 una nueva epidemia le dio un nuevo impulso. La duquesa de Cardona, como señora del lugar, dio su visto bueno el mismo año y las autoridades eclesiásticas el siguiente.
Los observantes llegaron a Torá en 1695 y ocuparon una casa particular mientras se edificaba el convento, éste se construyó entre los años 1697 y 1747. En 1704, fecha en la que también se bendijo la iglesia, se pudieron trasladar. En 1754 se inició la construcción de una nueva iglesia, consagrada en 1760. Sufrió destrozos a causa de la guerra de la Independencia, en 1821 fue suprimido temporalmente y la comunidad trasladada al convento de Barcelona, mientras la casa era saqueada. En 1835 fue clausurado definitivamente con la exclaustración, cuando Barraquer la visitó en 1899 la iglesia estaba abierta al culto, aunque en mal estado de conservación, una parte del convento era cuartel de la Guardia Civil y el resto tenía otros usos. Actualmente, el edificio conventual, aunque relativamente bien conservado, está ocupado por viviendas.
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