Esta fundación se llevó a cabo gracias a Joan d'Aragó, abad de la canónica de Santa Maria de Solsona, que en 1582 ofreció a los capuchinos una ermita levantada sobre una colina apartada de la población. En el año siguiente capuchinos tomaron posesión de la casa y la adaptaron a sus necesidades conventuales, dedicándolo a Sant Francesc.
Provincia Cataloniae cum confinijs (1649)
Institut Cartogràfic de Catalunya
En 1611 impulsaron su ampliación, derribando la antigua ermita y levantando una construcción nueva, pero el obispo de Solsona les pidió que levantaran el convento en un lugar más cercano a la ciudad con el fin de poder atender mejor a la población; en 1624 se puso la primera piedra de ese nuevo edificio. A mediados de ese siglo (1655), la comunidad de Solsona sufrió directamente los efectos de los enfrentamientos bélicos con Francia cuando la ciudad se vio acosada tanto por uno como por el otro bando. La casa de los capuchinos, por su situación, sufrió muy directamente y resultó incendiada y con la comunidad refugiada en Manresa, hasta el 1659, cuando pudieron regresar y reconstruir el convento. Ocuparon este lugar hasta la exclaustración, en 1835. En 1837, durante la primera guerra carlista, pudieron regresar temporalmente. En 1878 el antiguo convento fue cedido a los claretianos, la iglesia se perdió en 1936 y fue reconstruida en la posguerra en estilo neorrománico.
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