Convento y colegio de Miramar
La Trinitat de Miramar
(Valldemossa, Part Forana, Mallorca, Illes Balears)
La instauración de un convento y colegio en este lugar de Miramar se llevó a cabo a instancias de Ramon Llull y con la voluntad de formar religiosos misioneros destinados a la conversión de adeptos al islam, lo que incluía la enseñanza del árabe. Después de un tiempo, en el que el fundador fue perfilando el proyecto, en 1276, un encuentro en Montpellier entre Llull y Jaume II de Mallorca permitió llevar a cabo la iniciativa.
Jaime II financió económicamente aquella empresa y consiguió el lugar para establecer el colegio, que ya era conocido por Ramon Llull. Ese mismo año, el papa Juan XXI lo aprobó. El lugar que se puso a disposición de los franciscanos pertenecía a los cistercienses de La Real de Palma, donde antes de la llegada de los frailes menores se había levantado una capilla dedicada a la Trinitat, además de las construcciones necesarias para la comunidad. La iniciativa fue de corta duración, Ramon Llull tenía otros asuntos, hacia 1278 se alejó de Miramar y alrededor de 1299 los franciscanos dejaron el colegio.
En 1300, ya sin la comunidad franciscana, la finca de Miramar fue devuelta a los cistercienses de Santa Maria de La Real, que no lo administraron directamente. Sin embargo, hay noticias de una ocupación puntual (entre 1330 y 1340) efectuada por otros franciscanos que, según Garcías Palou se cuidaban de la enseñanza de niños y el cultivo de la finca. A finales del siglo XIV, Miramar fue ocupado por ermitaños y, tal y como había ocurrido en otros lugares de la Península como en Lupiana (Guadalajara) o en Xàbia (Marina Alta) donde unos primitivos núcleos eremíticos se convirtieron en establecimientos orden de San Jerónimo, en Miramar se puso en marcha una iniciativa similar.
En este caso fue Martín el Humano quien confirmó en 1400 el nuevo asentamiento de los jerónimos dependiente de Sant Jeroni de Cotalba (la Safor, València). Este monasterio también fue de corta duración, hacia 1443 los jerónimos dejaron el lugar por causas mal conocidas, posiblemente su aislamiento, que, aparte de la peligrosidad, dificultaba su relación con la organización jerónima que ya había perdido su espíritu eremítico inicial. Acto seguido al abandono de Miramar por los jerónimos, llegaron los dominicos (lo que se contradice con la situación de aislamiento y peligrosidad argumentado anteriormente) que recuperaron el espíritu inicial luliano y retomaron la condición de colegio.
Debido a los episodios de peste que afectaron a Palma, en 1475 los frailes de Miramar se desplazaron a la ciudad y abandonaron otra vez el convento. Pero el espíritu lulista siguió en Miramar gracias a la llegada de personajes que continuaron la enseñanza de la filosofía de Llull, en este contexto se instaló la primera imprenta de la isla de Mallorca, de donde salió, en 1485, el primer incunable impreso en la isla y dos años después la Devota Contemplació, en mallorquín.
El claustro de Santa Margalida
A finales del siglo XVI el lugar había quedado prácticamente abandonado, pasó por manos diversas hasta que en 1872 la compró el Archiduque Luis Salvador de Austria apasionado por la historia y cultura de Baleares, autor, entre otros de la monumental Die Balearen in Wort und Bild geschildert (Baleares descritas en palabras e imágenes), quien restauró Miramar según el gusto de la época, reedificando la capilla de la Trinitat y con la aportación del antiguo claustro del monasterio de Santa Margalida de Palma.
El claustro de Santa Margalida
El claustro de Santa Margalida
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