Canónica de Saint-Étienne de Toulouse

El primer documento explícito de la catedral tolosana es del 844, un privilegio de Carlos el Calvo la menciona, junto con el monasterio de Saint-Sernin, entre otros. En época carolingia se dio un impulso importante a las canónicas catedralicias, seguramente la de Toulouse tiene su origen en esa época. Hay constancia de que el obispo Isarn (1071-1105) impulsó la reforma de la comunidad de canónigos en 1073, impulsando la vida regular y estableciendo unas normas estrictas y bien definidas. Esta normativa fue evolucionando con el paso del tiempo, especialmente en lo que se refiere a los cargos y oficios, hasta que, en 1510, una bula de Julio II secularizó la canónica. En el momento de la reforma, Isarn también proveyó a la casa de los bienes y medios de subsistencia necesarios para su desarrollo.

Parece que la intención de los constructores era la de continuar esta última obra, derribando la primitiva construcción a medida que la nueva construcción fuese avanzando. La obra se hizo en diferentes etapas, hasta principios del siglo XVII, en 1609 la catedral fue víctima de un incendio y los esfuerzos se destinaron a su reparación. La construcción no terminó y el resultado es la iglesia actual, con dos partes bien diferenciadas. La construcción se remató, en el siglo XX, con el portal lateral. El claustro románico, de grandes dimensiones, estaba situado en el lado sur de la catedral, entre ésta y la iglesia de Saint-Jacques. El conjunto formado por el claustro y la sala capitular se mantuvo hasta la Revolución, pero a finales del siglo XVIII fue derribado. Todo ello incorporaba una importante obra escultórica, de la que se conservan elementos importantes en el Museo de los Agustinos.