Canónica de la catedral de Saint-Trophime de Arlés
Saint-Trophime d’Arles / Catedral de Arlés
(Arlés / Arles, Bocas del Ródano)
La catedral de Arlés está dedicada a san Trófimo, considerado el primer obispo de esa diócesis. Una leyenda lo considera discípulo de san Pablo, menciona que después de pasar por Roma, llegó a Arlés en el año 46, donde habría encabezado una comunidad cristiana situada en la necrópolis de Les Alyscamps. Más adelante, se habría refugiado en un espolón rocoso en el noreste de la ciudad, en medio de humedales, donde practicaría el eremitismo, lugar donde más adelante se levantaría la abadía de Montmajour, su comunidad lo reconocería como a fundador de esa casa.
Más allá de esta tradición, parece que es necesario situar a este personaje en el siglo III. También es muy probable que las primeras comunidades cristianas de Arlés se habrían formado en el siglo II. El primer obispo documentado de esta diócesis fue Marciano, en 254, posiblemente uno de los sucesores de Trófimo. Su existencia en esa fecha parece incuestionable. Por otra parte, Gregorio de Tours menciona a Trófimo como uno de los siete misioneros, los siete apóstoles de la Galia, enviados desde Roma en época de Daciano para evangelizar aquel territorio. Aparte de Trófimo, que se quedó en Arlés, san Gregorio menciona a Gaciano (en Tours) Saturnino (en Toulouse), Pablo (en Narbona), Dionisio (en París), Marcial (en Limoges) y Austremonio (en Auvernia).
Una vez asentada la nueva diócesis de Arlés, en 314 su obispo ya presidía un concilio en la misma ciudad. La catedral primitiva se encontraría intramuros, en el sector sureste de la villa, en el lugar donde más adelante se fundaría el monasterio de Saint-Césaire. Durante la primera mitad del siglo V, gracias a buena situación económica, la catedral se desplazó a un lugar más céntrico, en el emplazamiento actual. En época del obispo Hilario (430-449) se menciona ya aquella nueva basílica puesta bajo la advocación de san Esteban. Bajo el episcopado de Cesáreo (502-543) consta la existencia de un baptisterio nuevo y de un claustro. Luego viene una larga época de oscuridad causada en buena parte por las inestabilidades políticas y bélicas de ese período con una ocupación sarracena de Arlés.
No es hasta el 813 que hay constancia de la celebración de un nuevo concilio en la ciudad, en 972 se menciona la presencia de las reliquias de san Trófimo en la catedral (a su muerte fue enterrado en Les Alyscamps) y poco a poco su devoción hizo que fuera cambiando la primitiva advocación de san Esteban por la de san Trófimo, definitiva desde el siglo XII. Entre los siglos X y XI se levantó una nueva iglesia, edificio que se iría modificando en los años siguientes, en 1152 se hizo una solemne traslación del cuerpo de san Trófimo y en esa época la catedral se decoró con una suntuosa portada y un claustro nuevo.
Los primeros canónigos de esta catedral se mencionan hacia el 824, pero no fue hasta más tarde, en época del arzobispo Raimbaud de Reillanne (1030-1069), que se reorganizó la comunidad canonical, en 1032 hubo un primero intento de reforma. Hasta ese momento, la comunidad seguía la regla aquisgranense, considerada moderada, pero la asunción de la regla de San Agustín no se logró plenamente hasta mucho más adelante, en 1180, coexistiendo, de hecho, dos comunidades diferenciadas por el hecho de llevar, o no, vida común, algo que no todos habían aceptado. En 1198, una bula del papa Inocencio III aún tenía que recordar la obligatoriedad de comer y dormir en comunidad.
De todas formas, la situación no se resolvió totalmente y, en 1489, la canónica fue secularizada. El propio arzobispo Raimbaud intervino en la construcción de las dependencias de la canónica, claustro, refectorio, dormitorio, etc. que se fueron reformando con el paso del tiempo. Durante el siglo XIV y XV se modificó profundamente la iglesia con la construcción de una nueva cabecera gótica que todavía hoy remata las naves románicas. En época moderna (s. XVII-XVIII) se emprendieron nuevas construcciones, en 1801 la catedral se convirtió en parroquia, la falta de intervenciones hizo que se degradara, pero en el último cuarto del siglo XIX empezaron las obras de conservación y restauración. De la iglesia actual cabe mencionar su portal, y el claustro, dos notables obras de época medieval.
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