Convento de Santa Anna de Alcover

Los primeros frailes se adaptaron en la primitiva construcción hasta que alrededor de 1617 pudieron comenzar las obras de ampliación de las dependencias gracias a la integración de la comunidad con los asuntos de la ciudad con el consecuente apoyo financiero y la relativa buena situación económica general. Pero ese mismo año una tromba de agua afectó Alcover y especialmente el convento, cayó la iglesia vieja de Santa Ana además de quedar afectadas las obras de construcción que se estaban llevando a cabo.

Pero en 1835, después de la supresión de las casas monásticas, la comunidad huyó del convento de Santa Anna por miedo a las agresiones, conocedores de los sucesos en otros lugares, como en Barcelona o Reus, a pesar de todo algunos de los frailes fugitivos murieron a manos de los sublevados. El abandono llevó también la pérdida de los bienes muebles y del archivo que fueron quemados o se dispersaron. De acuerdo con el documento de cesión de la primitiva capilla de Santa Anna a los franciscanos, la propiedad del lugar fue devuelta al municipio de Alcover que más adelante lo arrendó, a finales de siglo estaba en estado ruinoso, según la descripción que hace Gaietà Barraquer. En 1920 el lugar fue cedido como cuartel de la Guardia Civil y se hicieron algunas intervenciones para adecuarlo al nuevo uso. La iglesia había perdido la cubierta y servía de almacén. Una vez perdida la función de cuartel, los edificios no tuvieron un destino claro y fueron cayendo en ruina hasta que a partir de 2010 se impulsó su rehabilitación, en 2011 el convento fue declarado Bien Cultural de Interés Nacional y ahora, una vez rehabilitado, es un equipamiento cultural que lleva el nombre de Convent de les Arts.