La actual
catedral de Santander tiene su origen en el monasterio
medieval de
San
Emeterio y San Celedonio, lugar donde se veneraban
las reliquias de estos santos, concretamente sus
cabezas. Aquellos santos mártires fueron enterrados en
Calahorra, pero a
raíz de la invasión sarracena sus reliquias se
dispersaron y los Cuerpos Santos llegaron a Santander
donde se dispusieron en una construcción situada sobre
las ruinas de unas antiguas termas romanas.
La primera
noticia de esta casa es del siglo IX, cuando se menciona
con el nombre de San Emeterio. El rey de León Alfonso VI
(1065-1109) la benefició con privilegios. Bajo el
reinado de Alfonso VII y de una manera paralela a lo que
ocurrió en otras casas de la región (Santillana,
Cervatos...) esta abadía
también se transformó en colegiata. En 1187 Alfonso VIII
le concedió un fuero lo que contribuyó en el desarrollo
de la población alrededor del monasterio. |
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Se
atribuye al obispo Juan Domínguez la construcción de la iglesia
inferior de la colegiata, destinada al culto de los mártires
patrones, aquel Domínguez había sido abad de San Emeterio en 1218. A
partir del 1230 y durante ese siglo se levantó la iglesia superior,
el claustro se construiría durante el siglo XIV. En 1754, después de
muchos años de espera, el papa Benedicto XIV convirtió aquella
colegiata en catedral. Ya en época más reciente, cabe mencionar el
incendio que sufrió la ciudad de Santander en 1941 y que también
afectó de lleno a la catedral, ahora restaurada.
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Catedral de Santander |