Monasterio de Sant Pol del Maresme

Un privilegio del rey Lotario, del año 968, menciona que el abad Sunyer encabezaba conjuntamente este monasterio y el de Sant Feliu de Guíxols, en esta época tenía cierta importancia y recibía la protección condal. Durante el siglo XI pasaba por una época de decadencia y en 1048 la condesa Ermessenda lo cedió a San Víctor de Marsella. En 1053 se menciona documentalmente su precaria situación: de ruina y de hambre, quizás esta decadencia fue causada por las incursiones de los piratas. Su situación era tan precaria que en 1068 fue cedido a Saint-Honorat de Lérins con la intención de que continuara la vida comunitaria en calidad de priorato dependiente de aquella abadía. En la práctica, con esta operación se refundó el monasterio, quizás el edificio que se conserva actualmente sea de aquella época.

Por otra parte, en 1344 se cedió a los cartujos de Escaladei y de Sant Pol el castillo de Vallparadís para que fundaran una nueva comunidad de esta orden, cosa que se hizo efectiva al año siguiente, con monjes venidos de Escaladei. Mientras, la vida del cenobio de Sant Pol se desarrollaba de forma exitosa. En 1415 se había fundado la nueva cartuja de Montalegre, que se encontraba en un lugar más idóneo para su actividad que los que podían ofrecer los de Sant Pol y Vallparadís. El mismo año, una bula de Benedicto XIII autorizó el traslado de Sant Pol, que en ese momento pasaba por horas bajas, a ese lugar. El traslado efectivo no tuvo lugar hasta 1433 y al año siguiente se efectuó la venta de Sant Pol al vizconde de Cabrera. Ya sin comunidad monástica, en el siglo XV se fortificó el lugar, pero su situación hizo que se urbanizara su entorno. Cuando se levantó la nueva iglesia parroquial, Sant Pol se convirtió en una capilla.