Este lugar está relacionado con el mártir Vicente, natural de Huesca y diácono de la diócesis de Zaragoza, en una de las persecuciones de los romanos contra la comunidad cristiana, fue encarcelado, martirizado y enterrado en este lugar a principios del siglo IV. Sobre su sepulcro se habría levantado un martiryum donde se veneraban sus reliquias, posiblemente ese lugar ya estuviera a cargo de una comunidad de monjes.
Otras narraciones explican que, en época islámica, los restos del santo se escondieron e incluso mencionan el traslado del cuerpo del santo a Portugal, o Francia, posiblemente se trata de reliquias que se habrían dispersado varios lugares. Durante la época de dominio islámico, la iglesia continuó activa, sirviendo a la comunidad mozárabe y era conocida en territorios cristianos. El lugar ya era codiciado antes de la conquista de Valencia por Jaime I, en 1238 Alfonso el Casto ya mostró su interés durante el asedio de Valencia de 1172, relacionándolo con el monasterio de San Juan de la Peña. En manos cristianas, se fortificó y se edificaron varias dependencias, una iglesia, hospital y monasterio. Además, el rey realizó numerosas donaciones de bienes a su favor.
Se desconoce el lugar de sepultura de Vicente, se descubrió un sarcófago del siglo IV que se atribuyó a san Vicente, pero también se piensa que el primitivo sepulcro estaría en un lugar cercano y que se habría perdido con las intervenciones urbanísticas efectuadas en el propio lugar y sus alrededores. En 1232, Jaime I ya había adjudicado el lugar al monasterio de San Victorián de Assan (Huesca), que instauró un priorato, aunque continuaba bajo un patronaje real que ayudaba a su mantenimiento con una pensión económica. En 1255, los benedictinos fueron sustituidos por frailes mercedarios, pero a pesar de la ayuda económica, la monarquía estaba descontenta de la situación y en 1287 Sant Vicent de la Roqueta pasó a manos del abad de Poblet (Conca de Barberà) después de un acuerdo impuesto por Alfonso III con la abadía de Assan.
Los cistercienses mantuvieron un priorato, con una reducida comunidad. El monasterio se remodeló durante los siglos XVII y XVIII, después la casa sufrió una ocupación durante la guerra de la Independencia y en 1835 fue suprimida y se convirtió en propiedad del Estado. Pasó a manos privadas, quedó afectado por reformas urbanísticas y en 1878 llegó la comunidad de religiosas agustinas de San José y Santa Tecla que reformó de nuevo el monasterio. Sufrió los efectos de la guerra Civil, con una expulsión temporal de la comunidad e incendio del lugar, se recuperó mínimamente y en 1973 se vendió con la voluntad de derribarlo y construir viviendas, pero finalmente en 1978 pasó al Ayuntamiento, que emprendió labores de investigación arqueológica y reforma del conjunto.
Fotografía de Joanbanjo, en Wikimedia
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Sant Vicent de la Roqueta estaba situado a extramuros de la ciudad antigua, al sur. En la calle de Sant Vicent Màrtir