Abadía de Santa Fe de Conques
Abbaye Sainte-Foy de Conques / Saint-Sauveur et Sainte-Foy / S Fidei / Conchas
(Conques-en-Rouergue, Aveyron)
La abadía está dedicada a santa Fe, una joven mártir de Agen (Lot y Garona) que hay que situar a principios del siglo IV. El cuerpo de la santa, muy venerado en aquella ciudad, fue sustraído por los monjes de Conques hacia 865, después de haber intentado conseguir otras reliquias, sin éxito. De hecho, se tiene constancia de la veneración en este lugar de las reliquias de santa Fe desde 884.
Este lugar posiblemente ya estuvo habitado en época merovingia, pero la primera noticia que se tiene, nos habla del eremita Datus (Deodato) que se sitúa a finales del siglo VIII. A Datus le acompañaba Medraldus, el primero se retiró cerca, en un lugar solitario, mientras dejaba a Medraldus al frente del incipiente monasterio, que había adoptado la regla benedictina. Aquel primer monasterio estaba dedicado a San Salvador. En 819, Luís el Piadoso dotó a la casa y la puso bajo su protección. Con la llegada de las reliquias de santa Fe, el lugar adquirió renombre y devoción de los fieles, lo que se tradujo en una época de vitalidad, religiosa y económica. Pronto se reunió un valioso conjunto de piezas de orfebrería, del que todavía se conserva una muestra considerable. En esta época se sitúa una serie de milagros con la intervención de la santa, que hizo de Conques el centro de un conglomerado de iglesias y posesiones, en la misma región y aún en lugares alejados, a modo de ejemplo, 1098, el obispo de Barcelona, Folc de Cardona, le dio la parroquia de Tagamanent (Vallès Oriental).
A finales del siglo IX se modificó la advocación del monasterio, consagrándolo a Santa Fe. En 838, el abad de Conques, con el apoyo de Pipino II de Aquitania había fundado la abadía de Saint-Sauveur de Figeac (Lot) lo que, a la larga, generó un largo conflicto entre las dos casas que no pudo resolverse hasta 1097, cuando se separaron definitivamente. Entre los siglos XI y XII, y especialmente bajo el abadiato de Begón III (1087-1107), se alcanza el máximo esplendor de la abadía, con la construcción de la iglesia, el claustro y otras dependencias monásticas. Pero debido, entre otros, a la peste negra (1348) y la guerra de los Cien Años, el monasterio sufrió un grave período de decadencia, que vino acompañado de la relajación de las costumbres dentro del monasterio. En 1424 la comunidad se vio reducida a sólo veintinueve monjes, cuando en épocas anteriores había llegado a más de un centenar. En 1537 intervino el papa Pablo III, que disolvió la comunidad benedictina y secularizó la casa, instaurando una colegiata canonical.
En el siglo XVI, sufrió los efectos de las guerras de Religión, en previsión de pérdidas irreparables, los canónigos habían escondido el tesoro y las reliquias de santa Fe, lo que lo salvó de su pérdida, la colegiata pasó por períodos de saqueo, en el mismo siglo XVI, en 1628 le afectó un nuevo episodio de peste, y más adelante la Revolución, época en que los canónigos tuvieron que dejar la abadía. Hacia 1830 se vendió una parte del claustro. El lugar quedó muy alterado y sin medios económicos para su recuperación. El escritor Prosper Mérimée, entonces inspector de Monuments Historiques, pudo evitar la ruina del monumento, clasificándolo en 1838, también se recuperó el tesoro que había sido escondido y prácticamente olvidado durante la época revolucionaria. En 1873, Conques fue ocupado por una comunidad premonstratense procedente de Saint-Michel de Frigolet (Bocas del Ródano) y restaurado, ahora depende de la abadía de Mondaye (Calvados).
La actual iglesia empezó a construirse en el abadiato de Odolric (1031-1065) sobre una edificación primitiva, un edificio carolingio y otro posterior, de la segunda mitad del siglo X, aquella obra fue continuada por sus sucesores Étienne II (1065-1087) y especialmente Begón III (1087-1108), la terminó el abad Boniface (1107-1125). Se trata de un importante edificio de tres naves con crucero. Las naves laterales están comunicadas por detrás del presbiterio formando un deambulatorio, con tres capillas absidales. El crucero, de grandes dimensiones, tiene también tres naves, de factura similar al cuerpo central del edificio. La nave central está cubierta por una bóveda de medio punto y las laterales, más bajas, disponen de una amplia tribuna con ventanales que se abren sobre la nave central. La misma estructura se repite en el crucero.
La linterna románica original se derrumbó en época indeterminada, seguramente por sus deficiencias constructivas, se reconstruyó entre 1460 y 1490 con técnicas góticas. Más adelante, y a raíz de un incendio, hubo que reforzar los pilares interiores. Interiormente, pueden verse elementos escultóricos, capiteles y un interesante grupo de la Anunciación. El presbiterio guarda una reja de la época. La fachada, maciza, está flanqueada por las dos torres de los campanarios, con contrafuertes poco evidentes.
El tímpano
La puerta principal está decorada con un magnífico tímpano. Es una de las obras primordiales de la escultura románica, de grandes dimensiones (6,70 x 3,60 m). Es una obra anónima (Maestro del Timpano) ejecutada bajo el abadiato de Boniface (1107-1125) y dedicada al Juicio Final. La pieza está dividida horizontalmente en tres espacios, en el centro hay un Cristo Juez, a su derecha un grupo donde se ve a la Virgen, san Pedro, un abad y otros personajes. A la izquierda un grupo de condenados. El registro inferior está centrado por escenas del pesaje de las almas con las entradas al Paraíso y al Infierno, representados a sus lados.
Se conserva una de las alas del claustro con una galería de columnas dobles con capiteles, fruto de una reconstrucción hecha con elementos dispersos. Adosado a la iglesia, en la zona del claustro, se encuentra un arcosolio con el sepulcro del abad Begón III, también de la época de la reconstrucción. Cabe decir que el claustro quedó muy dañado por un incendio en 1366 y no se recuperó.
Lugar del antiguo claustro
La abadía de Conques guarda todavía el preciado tesoro de orfebrería medieval, entre sus piezas cabe destacar:
- Majestad de santa Fe
Creada para conservar el cráneo de la santa. Existía una imagen anterior, pero en 985, a raíz de la devoción despertada por uno de sus milagros, fue reconstruido profundamente. La pieza que ahora puede verse tenía ya este aspecto en el siglo XI. Se trata de una imagen de madera de la santa sentada en un trono. Está dorada enteramente y con incrustaciones de piedras diversas. - Relicario de Pipino, o de la Circuncisión
De oro, piedras preciosas y esmaltes. Del siglo VIII con muchas modificaciones hasta el siglo XVI. Tradicionalmente, se admite que se trata de una donación del rey Pipino (el Breve o de Aquitania), también se dice que servía para guardar la reliquia del Santo Prepucio. - Relicario pentagonal
Con elementos de los siglos VII a XIII. Guarda reliquias de varios santos. - Relicario hexagonal
Con elementos de los siglos VII a XII. También guarda las reliquias de varios santos. - Linterna de Begón
Segunda mitad del siglo XII. De plata dorada. Guarda reliquias de profetas.
- Relicario “A” de Carlomagno
De la época de Begón III, con elementos anteriores y modificaciones posteriores. De oro, plata, piedras preciosas y esmaltes. - Relicario del papa Pascual II
De 1100. De plata dorada. Con la representación de Cristo crucificado entre la Virgen y san Juan. - Altar portátil de Santa Fe
- Altar portátil de Begón
- Cruz procesional, gótica
- Tríptico relicario
- Brazo relicario de san Jorge
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