El castillo de Barberà se levanta en una colina estratégica que domina la llanura que se extiende a su alrededor. Tras la ocupación sarracena se procedió a la repoblación de este territorio, en 1068 el señor Arnau Pere de Ponts construyó el castillo de Barberà, elemento imprescindible tanto para garantizar la seguridad del entorno, expuesto y las razzias de el islam, como para controlar la administración de la propia población. Aquel establecimiento estaría integrado por una torre de defensa, un recinto cerrado y alguna edificación residencial.
El lugar fue atacado el 1096 por los musulmanes, lo que significó su destrucción, además de la muerte de Arnau Pere. Barberà debió quedar despoblado y víctima de sucesivas incursiones. Más adelante fue restaurado por Vidià de Ponts, el 1119 Vidià hacía testamento a favor de su hijo Pere de Puigverd; con todo, Ramon Berenguer IV y Ermengol VI de Urgell cedieron el castillo a los templarios el 1131-1133, con la oposición de Pere de Puigverd que defendía sus derechos. Esta disputa dio pie a un juicio (1157) y a unos acuerdos posteriores, que acabaron con la intervención del papa Clemente III y el paso definitivo del castillo a manos de la orden del Temple, el 1195. Los frailes, sin embargo, debieron establecerse hacia el 1170.
Barberá se convirtió en el centro de una encomienda desde donde se administraba la repoblación del territorio. El templarios eran propietarios de varias fincas, cedidas a campesinos que las cuidaban, estas actividades no se limitaban a la agricultura, también se desarrolló la ganadería, además de ejercer otros derechos. Barberà tenía varias encomiendas dependientes de ells: Vallfogona (1196), el Rourell (1180) y L'Espluga de Francolí (1255). Cuando se extinguió el Temple (1312), sus propiedades pasaron a la orden del Hospital. Los hospitalarios ya tenían una encomienda en L'Espluga de Francolí, que se asoció con esta para mejorar la administración de sus bienes en la comarca.
En 1366 fray Guillem de Guimerà fue nombrado comendador de Barberà, un personaje importante y muy influyente, con incidencia en la corte en la época de Pedro el Ceremonioso. Fue bajo la dirección de Guillem de Guimerà, que se hicieron obras importantes en el castillo, con la construcción de un cuerpo nuevo, o palacio, adosado a la construcción antigua. La capilla estaba dedicada a Sant Salvador, advocación que más adelante se cambió por la de Sant Joan. Este castillo sufrió los efectos de la guerra de Los Segadors y de la de Sucesión, pero se recuperó. A mediados del siglo XIX, con la liquidación de los bienes de los hospitalarios, la propiedad del edificio pasó al Estado que en 1858 la traspasó al municipio. Se utilizó como escuela hasta el 1980. Desde entonces se han hecho importantes obras de conservación y restauración, además de algunas intervenciones arqueológicas.
Antes de la restauración (2000)
Hornacina con la urna de Guillem de Guimerà
Fotografía de Josep Salvany (1917)
Biblioteca de Catalunya
El nicho anterior, vacío
Facilitada por Amics del Castell de Barberà de la Conca
Fotografía facilitada por Amics del Castell de Barberà de la Conca
Antes de la restauración (2000)
A partir del grabado de Sieur de Beaulieu del sXVII
Fotografía de Salvador Palau (1985)
Patrimoni Gencat
Las ruínas invadidas por la vegetación
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La encomienda de templarios y hospitalarios se encuentra en el castillo de Barberà, en la parte superior del montículo donde está situada la población de Barberà de la Conca