La iglesia de Saint-Julien está dedicada al mártir san Julián de Brioude, muerto decapitado en estas tierras durante la persecución de Diocleciano decretada en el año 303. Según su hagiografía la cabeza del santo fue descubierto el 475 en Vienne pero el cuerpo quedó en Brioude, donde poco a poco el sepulcro del santo se convirtió lugar de culto y atrajo a los peregrinos hasta levantar un santuario en ese lugar, construcción que se renovó varias veces en el transcurso del tiempo. A principios del siglo IX, el conde Berenguer fundó una canónica en aquella iglesia, lo que fue confirmado el 825 por el rey franco Luis el Piadoso, en aquella época se restauró la antigua basílica que había quedado dañada a causa de una incursión sarracena.

La casa recibió protección de la monarquía y se convirtió en un centro próspero y poderoso, incluso Guillermo I de Aquitania, el fundador de la abadía de Cluny, fue abad de Brioude entre los años 893 y 917 e impulsó la construcción de una nueva iglesia. La comunidad canonical estaba integrada por miembros relevantes de la nobleza y por lo tanto era muy influyente. Dependía directamente de la Santa Sede. La colegiata fue disuelta con la Revolución. La iglesia actual se habría levantado durante los siglo XI y XII.