El origen
de este monasterio es confuso, una tradición dice que es
de la época del obispo
Hilario de
Poitiers (siglo IV), pero también se considera que
esta casa fue fundada (o restaurada, en caso de un
origen anterior) hacia el 670-672 por
Achard
(Acardo), natural de Poitiers que se había hecho
monje en el monasterio de
Saint-Jouin-de-Marnes (o Ension, Deux-Sèvres). Para
llevar adelante esta fundación recibió el apoyo
económico de su familia y de la abadía de Jumièges (Sena
Marítimo). En 674 llegaron dos monjes de aquel
monasterio con el fin de instruir a la comunidad de
Quinçay. El mismo Acardo fue nombrado en el año 682 abad
de Jumièges, donde murió en el año 687. La relación
entre las abadías de Jumièges y Quinçay fue muy
estrecha, San Filiberto de Tournus, fundador de Jumièges
intervino en la fundación y construcción de la iglesia
monástica de Quinçay, que en aquel momento se dedicó a
San Pedro. |
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En 868 los
monjes de Quinçay abandonaron su casa a causa de las invasiones
normandas y se refugiaron en la Auvernia mientras el monasterio
resultaba destruido. Desapareció o quedó reducida a la mínima
expresión y no fue hasta el siglo XI que se recuperó. El 1027 se
habla de una abadía dedicada a la Virgen, san Andrés y san Benito,
en esta época habrían llegado los restos de
san Benito de Aizenay
y este hecho originó que el lugar fuera conocido como Saint-Benoît
de Quinçay en adelante. Dependía del capítulo de la catedral de
Poitiers, que elegía sus abades. Nunca se convirtió en una gran
abadía y su comunidad parece que era reducida, en 1569 la casa fue
víctima de las guerras de Religión, que la afectaron directamente. |
Saint-Benoît de Quinçay |